miércoles, 7 de octubre de 2009

Una noche de Karaoke



Realmente, no es fácil escribir en este guayabo en el que me encuentro, pero al menos tratare de contarles la deliciosa noche que pase ayer; a las 5 de la tarde mi esposa me anuncio que en casa estaban dos buenos amigos nuestros que se habían encontrado en Quito y habían decidido ir a visitarnos al valle; Roberto es economista, de 37 años y en proceso de divorcio (necesitaba un trago) y Verónica es una preciosa publicista de 41 años, alta, delgada de muy buen ver y un humor esquicito (madre soltera); acudí a su encuentro, recién a las 7 de la noche, hora en la que ya habían comido algo y se encontraban en la sala compartiendo un trago y una amena platica, salude cariñosamente a nuestros visitantes, no sin observar que Vero se pone cada día más atractiva; la noche transcurría entre canciones, conversaciones y recuerdos, acompañadas por un buen whisky.


A las 10 de la noche ya un poco entraditos en  calor, y en lo mejor de la conversación, Roberto recibió una llamada de su esposa (aún), me pidió que lo llevase a su casa en Quito, pues el auto lo había dejado con su aún  esposa y no quería más problemas de los que ya tiene, por llegar tarde.


Propuse que fuéramos todos a dejarle en mi auto, llevando la botella y un vaso para tomarnos unos cuantos más  y en efecto, así lo hicimos; luego de dejar a Roberto en su casa, he de admitir que ya estábamos bastante alegres y con ganas de rumbear; fuimos a un Karaoke en la Eloy Alfaro, a sugerencia de Vero, pues ella canta muy bien,  nos sentamos en una salita del fondo y Vero se puso inmediatamente a ordenar las canciones que quería cantar mientras yo ordenaba la primera ronda.


Verónica es mi amiga desde hace unos 20 años, por lo que el saber que era amiga de mi esposa también desde mucho antes, la ha hecho habitué delas farras de la familia y no es para nada extraño, dadas las circunstancias, que seamos muy cariñosos el uno con el otro; más sin embargo, anoche estaba especialmente cariñosa conmigo, llegando incluso a darme un pico cuando alabe lo bien que cantaba, ella y mi esposa solo se miraron y estallaron en una carcajada por la picardía de nuestra amiga; la noche transcurrió y el whisky hizo estragos en mi esposa que casi nunca bebe, decidimos ir a casa y una vez en el carro, mi esposa se durmió profundamente, Vero me dijo que por qué no nos tomábamos lo que quedaba aún en la botella parqueados en algún lugar, puesto que no tenia sueño, a lo que por supuesto accedí.


Aparque mi carro en la zona del Blus cerca de Movistar, y nos sentamos en el asiento de atrás, dejando a mi esposa plácidamente dormida en el del copiloto, entre copa y copa, canción y canción y lo guapa que estaba Vero, fuimos acercándonos cada vez más, manos en muslos, besos cerca de la boca, y poco a poco la temperatura fue subiendo, hasta que lo nuestros labios se juntaron en un apasionado beso, nos abrazamos fuertemente, nuestras manos recorrían los cuerpos frenéticamente, en un santiamén nuestra ropa se iba desprendiendo de nuestros cuerpos, decidimos pasarnos  a la cajuela del montero, que esta cómodamente equipada con un colchón y almohadas (allí viajan mis hijas más pequeñas habitualmente) nos besamos apasionadamente, nos desnudamos por completo (afortunadamente el carro tiene vidrios muy negros atrás) muestras manos recorrían palmo a palmo nuestros cuerpos, nuestras bocas comenzaron a recorrerlos, estábamos frenéticos, consumidos absolutamente por la lujuria y el morbo que significaba tener sexo a escaso metro o dos de mi esposa y amiga de Vero, chupábamos lamiamos, besábamos,  sus pequeños pero bien formados senos se sumergían completos en mi boca alternativamente, Vero gemía y se retorcía en un rictus de pasión, descendí por su vientre hasta encontrar su sexo completamente depilado, pase mi lengua por sus labios y la introduje un poco hasta alcanzar su clítoris, ella mordía alguna de nuestras ropas para no gritar, que delicioso tener a tan bella mujer desnuda por completo y con las piernas abiertas en plena Av. República que delicia saborear sus jugos y sentir el olor que emanaba de su sexo, olor a hembra a deseo, comí literalmente su sexo hasta cuando Vero no pudo más y estallo en un orgasmo intenso, su cuerpo se arqueaba y sus manos se agarraron de mis cabellos, un profundo gemido apagado por la ropa que mordía, se tranquilizo, me miro con picardía y me dijo que hace mucho soñaba con esto; esta súbita confesión solo hizo que mi deseo y morbo aumentaran, sugerí que fuéramos a su casa, acepto, nos medio pusimos la ropa y en menos de 7 minutos estuvimos allí, mi esposa seguía profundamente dormida, por lo que la dejamos en el auto, dentro del garaje de su casa, entramos y me anuncio que no había problema pues su hija no estaba, nos besamos y mientras lo hacíamos, sus manos buscaban con avidez mi pene, desabotono mis pantalones y me tumbo sobre un sofá, ella aún vestida, se arrodillo bajando mis pantalones y bóxers hasta quitármelos e introduciendo mi pene en su boca;  que manera tan fantástica de mamar, me llevaba a la gloria, levanto sus ojos con una mirada cargada de lujuria, le quite la ropa mientras recorría su cuerpo con mi lengua,  me quite la poca ropa que me quedaba y la recosté sobre el sofá, levante su piernas a mis hombros  y me detuve a ver el espectáculo de su sexo abierto, expuesto totalmente y depilado, puse la cabeza de mi miembro es la entrada de su sexo, que estaba completamente mojado, cargue todo mi peso, hundiendo mi pene hasta el fondo de sus entrañas, una y otra vez sin ninguna delicadeza, mientras ella gritaba y gemía, estuvimos así durante unos 5 o 6 minutos, lo que le tomo alcanzar un nuevo orgasmo, la voltee, y la coloque en cuatro patas, que bello culito, pese a mi insistencia me pidió que no ese día , se la metí en su sexo durante un muy buen rato, estaba por descargar mi semen en sus entrañas cuando grito que se venía… y así fue, terminamos casi al unisonó, cállense los dos sobre la alfombra.


Pasamos unos minutos abrazados desnudos sobre la alfombra y mirándome a los ojos me dijo que hacía mucho que quería hacer esto,  nos vestimos y salimos al auto, nos besamos en la puerta del carro, casi hasta el instante mismo en que mi esposa preguntaba, donde estamos?; le respondí que vine a dejar a Vero , nos despedimos y emprendimos el regreso a casa, antes de dormirme mi esposa me dijo que hoy no saldremos pues tiene muchas ganas de disfrutar de su marido a solas… no sé si su calentura se debe a que vio u oyó algo, o simplemente a su deseo normal, pero eso se los contare una vez que lo averigüe.


Espero que les guste el relato de mi jueves de karaoke y que lo comenten si así les apetece.

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