miércoles, 21 de octubre de 2009

Reencontrarse es renacer



Pido disculpas a cada uno de mis contertulios y seguidores del blog, me he ausentado por que así lo ha querido la vida; no planee nada, sin embargo mi vida dio un giro de 180 grados en los últimos tiempos, el Pirata (como siempre; quien más) me presento a dos nuevos amigos, amantes, inspiradores e incitadores, que ahora se han convertido en mi familia, en mi manada como dice mi Pirata.



Iván me pidió que lleve a nuestros nuevos amigos a conocer Cayambe y Otavalo, al presentarnos fue como si de mucho tiempo fuéramos amigos, un beso tierno en los labios a cada uno y un abrazo fuerte y apretado, Anet me miro con sus enormes ojos azules y casi me cae el hilo, Esteban más atrevido me acerco a su cuerpo y pude sentir una de las razones por las que su esposa lo ama tanto...



Comenzamos el viaje y la amena conversación y simpatía de mis acompañantes, me tenían encantada, chistes y risas, conversaciones picantes y complicidad, el viaje pintaba muy bien, en cayambe paramos a desayunar y nada más bajar del auto, Esteban me tomo en sus brazos y me planto un beso espectacular, debo decir que pocas veces me abandono con alguien que acabo de conocer, pero Esteban con ese beso habría podido hacer de mi lo que quisiera en ese momento, al separarse nuestros labios, sentí el cuerpo de Anet tras de mí y sus labios posarse en mi cuello, paso sutilmente su lengua por mi cuello, lo que electrizo hasta la ultima célula de mi cuerpo; no pude reaccionar, no esperaba esta bienvenida a sus afectos; luego del desayuno, Esteban quiso manejar, yo me senté en el asiento trasero, esperaba que Anet se sentase junto a él, pero que lejos estaba eso de su pensamiento se sentó de lado, casi obligándome a sentarme de frente a ella; sus ojos azules me cautivaban, sentía su mirada sumergirse en el fondo de mi alma, ya no tenía… no podía tener secretos para ella, su mano se poso sobre mi pierna desnuda; sin notarlo mi minifalda aquí se había subido más de la cuenta las caricias de Anet me pusieron a mil; ya sin fuerzas, fui yo quien le ofreció sus labios; fui yo la que desabotono su blusa… fui yo quien puso la mano de ella sobre mi pecho; y fui yo, solo yo quien suspiro por su solo contacto, debe ser la parte de él que guardo en mí, debe ser la conciencia de ser uno y ser el mismo, debe ser la piel del Pirata dentro de la mía, pero, como si de él se tratara, baje los espaldares y fuimos a la perrera, esa perrera en la que tantas veces estuve con él, con mi Pirata, ahora me invitaba a navegar los mares de Lesbos.



Poco espacio físico, mucha piel, mucha pasión, exceso de pasión, de lujuria; el ver los ojos de Esteban, siempre en el retrovisor, el no entender como conducía con los ojos siempre en nosotras, la lengua de Anet, esa sublime obra de arte, esa sinfonía infinita que convierte mi piel y mis rincones en ébano y marfil, su piel, ese lienzo donde descubro en mi la herencia de Goya, del Greco, la inefable locura de Gauguin; si definitivamente no fue sexo, fue arte, arte en toda sus expresiones, disfrutar de un soneto de piel, observar el claroscuro oleo de un cunnilingus, sentir la indescriptible perfección de una piedad, marcada en ti. Viajamos por la hermosa geografía de nuestro país; quien creería que el pueblo indígena y el buen gusto del Pirata por los autos, confabularían para que un fin de semana de paseo turístico, se transformara en una semana de infinito placer; Esteban, Anet y yo, casi desde el primer día dejamos de ser tres, una química especial, nos hizo uno; tuvimos sexo en todas las combinaciones posibles, en varios de los paisajes mas paradisiacos de la serranía y la ruta del sol, cada instante de pasión, fue irrepetible, la entrega, el virtuosismo con el que nos entregamos al placer, la creatividad y la complicidad, siempre nos llevaban a terminar en un ritual de cuerpos excitados y sentidos exacerbados, aún ahora siento en mi boca el sabor de los jugos de placer de Anet y en mi cola la deliciosa experiencia de sentir el duro falo de Esteban.



Compartimos ocho días juntos, inseparables, incansables, aprovechando cada instante para tocarnos, para lamernos, para darnos placer, al mismo tiempo viajamos desde Ibarra a esmeraldas y de allí a Guayaquil, ya eran muchos días sin ver a Iván, extraño al Pirata, aunque hablamos por teléfono cada vez que puedo, ya era hora de darle un besote, llegamos muy tarde a Quito y tuve que esperar al día siguiente para llamarlo, nos vimos y salte sobre él, lo llene de besos, lo apreté fuerte a mí, lo extrañe tanto, que quería comérmelo a besos, caminamos tomados de la mano como adolecentes, nunca lo vi tan tierno, creo que también me extraño, tomamos café con croissants, parecíamos dos enamorados, hablamos mucho, recordamos muchísimos momentos de nuestra vida, reímos, nos besamos, como cualquier pareja de enamorados, no sé ni cómo conduje hasta mi departamento, solo recuerdo a Iván abrazándome y besándome en el lobby de mi edificio, entramos al ascensor y dimos rienda suelta a nuestra pasión, las manos se convirtieron en gaviotas surcando el cielo de nuestros cuerpos, los besos arrancaban suspiros mientras nuestros cuerpos instintivamente se frotaban y apretaban aún más.



Llegamos a mi departamento y nuestra ropa cayó al suelo, pues las ansias de pasión eran demasiado fuertes y la necesidad de entregarnos al deseo acumulado durante muchos días de ausencia era inevitable. Desnudos, con el corazón a flor de piel, con los sentidos erotizados y llenos de deseo, nos entregamos a nuestra pasión, dimos rienda suelta a la lujuria contenida, su lengua y sus manos me recorrieron toda; mi sexo mojado por el deseo clamaba por él… me tomo en sus brazos, me levanto del suelo mi cuerpo apretado al suyo, puse mis piernas alrededor de sus caderas, sentí su duro falo rozando mi sexo, apreté las caderas, me penetre… mmmmmmmmm que placer infinito sentirlo dentro de mí… de pie, me hizo el amor, hasta que me tumbo en el sofá, subió mis piernas a sus hombros y me penetro fuertemente, me cargo de nuevo, nuestras bocas se buscaban, nuestras lenguas se enlazaban, un profundo placer recorría mi cuerpo… nos hicimos el amor en cada sitio de mi departamento, no quedo rincón que no se convirtiera en cómplice de nuestra pasión.


Dormimos juntos… muy juntos, como antes lo hacíamos, como nunca debimos dejar de dormir, pero en fin, siempre nos reencontramos y siempre renacemos el uno en el otro, pero esa es otra historia mi querido e intimo diario.

2 comentarios:

Arturo dijo...

Hola Vane!!

Diosa Divina que gusto poder leer sobre ti y tus vivencias, siempre tan vividas intensas deliciosas... ojala no tengamos que extrañarte tanto y tan seguido... especialmente aca en Guayaquil. Besos ricos.;)

VanHaker dijo...

Delicioo post mi querida Loba, lleno de pasión y lujuria, se ve que lo pasaste muy bien en tu viaje con Esteban y Anete, el resto del relato se agradece los buenos criterios, siempre seras uno de los seres más importantes en mi vida y de los que más aportaron en mi felicidad.
Besos, lamidas y demás caricias

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