miércoles, 7 de octubre de 2009

Una noche de discoteca



Les voy a contar como conocí a dos mujeres con las que actualmente mantengo buenas relaciones sexuales.
Todo ocurrió en una discoteca de Quito. Yo había llegado allí con unos amigos y a última hora de la noche para tomar unos tragos. Después de unas horas de baile ya estaba cansado y decidí marcharme. Intenté convencer a algún amigo pero nadie se quería ir por lo que salí fuera y fui donde tenía parqueado mi carro. Tuve que cruzar al lado de una parada de taxi en la que estaban dos mujeres de bastante buen ver. No pude controlar mis ojos y las miré de una forma descarada. Ellas lo notaron y empezaron a sonreír y a mandarme piropos. Me paré y comencé a hablar con ellas. Parecían chicas guapas y estaban esperando a que viniese un taxi. Yo me ofrecí a llevarlas y se subieron en mi carro. Íbamos camino a casa de una de ellas cuando al llegar nos ofreció tomar algo en su casa. A mi se me pasó el cansancio. Aparcamos el coche y subimos. La chica que nos ofreció subir a su casa se llama Beatriz, tiene 32 años, soltera, alta, 1,75 o así, y con un buen cuerpo, sobre todo dos deliciosos pechos. Su amiga y que más me gusta a mi, se llama María Fernanda, 37 años, casada, mediana altura, un poco entradita en carnes pero no gordita, y unos pechos también espectaculares.
Comenzamos a tomar algo en la sala de su casa hablando de un programa de la tele que estaban poniendo en ese momento. En un intermedio del programa y dado la hora que era, salieron una serie de anuncios eróticos-sexuales anunciando números de teléfonos eróticos y demás cosas. Nos reímos un rato de ellos pero poco a poco nos íbamos poniendo un poco calientes. Yo no tenía nada que perder, no las conocía ni nada por lo que agarré a María Fernanda que tenía sentada al lado mío y la traje hacia mí para darle un beso. Ella no se resistió y abrió la boca sacando una juguetona lengua que recorrió toda mi boca. Eso acabó por calentarme y me eché encima de ella. Mientras tanto Beatriz nos miraba incrédula pero no nos decía nada. Seguimos besándonos y poco a poco fui besándola por el cuello mientras con una mano le desabrochaba la blusa y con otra intentaba levantarle la falda larga que llevaba. Bajo la blusa llevaba un bracier blanco, que le hacía un dibujo perfecto a sus dos pechos. Estaba excitada, los dos pezones resaltaban a través del bracier, se lo quite y comencé a chupar aquellos dos deliciosos pechos, blanditos y con duros pezones. Ella gemía, no sé si por mis mordisquitos en los pezones o porque ya mi otra mano había logrado tocar su vagina a través del tanga. Noté con esa mano que estaba bastante húmeda cuando al mirar a Beatriz ví que estaba en ropa interior tocándose su vagina. Era bellísima, un cuerpo increíble, lencería negra y dos pechos que parecían más hermosos todavía que antes. Solté a María Fernanda y le dije que se quitara toda la ropa y fui donde Beatriz a desnudarla.

Comencé con quitarle el bracier y al hacerlo sus pechos se liberaron, eran grandes, y muy hermosos, aureolas grandes. Comencé a chupárselos, lamerlos, mordisquearlos. Cuando ya me cansé la senté en el sofá con las piernas bien abiertas y retirando la braga con una mano comencé a saborear aquella preciosa vagina. María Fernanda se unió a nosotros ya totalmente desnuda, preciosa también, y me levanté para quitarme la ropa mientras ellas me miraban con ojos de deseo. Se arrodillaron ante mi y comenzaron a comerme mi pene. María era una experta en la succión, estuvieron poco rato porque para entonces yo ya estaba bastante excitado.
Tumbe a María Fernanda boca arriba y comencé a metérsela poquito a poquito mientras que Beatriz se sentó encima de la cara de María Fernanda dejando su vagina a la altura de su boca. Los 3 gemíamos y gemíamos hasta que María dejó de chupar a Beatriz y gritó fuertemente durante unos segundos, haciéndonos saber que había llegado a su orgasmo. A Beatriz y a mi nos faltaba poco por lo que no quería acabar solo tirándome a María Fernanda. Puse a cuatro patas a Beatriz y comencé a metérsela por detrás, al estilo perro. María Fernanda se colocó debajo de nuestros sexos chupando el clítoris de Beatriz y chupándome de vez en cuando mi pene cuando se resbalaba y salía de la vagina de Beatriz. Noté las convulsiones de Beatriz y los jadeos al llegar a su orgasmo y casi al unísono termine yo sacando mi pene de su vagina y metiéndolo de golpe en la boca de María Fernanda. Esta no hizo ascos y mantuvo mi pene en su boca hasta que salió la última gota. Se levantó y fue a besar a Beatriz compartiendo con ella mi semen. Que imagen más bonita, entre las dos tragándose todo mi semen.....
Bueno, quería contarles que tras ese día he mantenido contacto con ellas pero siempre individualmente, no con las dos juntas y gracias a ellas, sobre todo a María Fernanda, he conocido a otras mujeres casadas, con sus propias busquedas, con las que he disfrutado muchísimo pero eso ya son otras historias que les iré contando.

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