Cuando no te vi...

Vi morir los sueños en mis manos.
Almohadas saladas de llantos desconsolados.
Vi desaparecer la luna tras una noche cerrada,
salí a correrla inútilmente,
jamás la alcancé para retenerla.
Vi mi pecho ahogarse
y sentí la ausencia del soplo de tu aliento,
cayendo sobre el desconsuelo del infierno de la ausencia.
Vi mi boca suplicar,
mi mirada perdida hacia el cielo en un ruego casi vano.
Mi espalda sangrar cargada de recuerdos.
Vi mis manos vacías hundiéndose en la tierra,
mi piel mojada,
mis ojos entreabrirse ante un abismo,
mis manos crispadas ablandarse.
Un grito arrancaba de las entrañas quebrando la noche.
Me relajé lentamente,
mi cuerpo estaba ahí junto al tuyo,
nunca me fui, nunca te fuiste.
Mis pies recorrieron las sábanas buscándote
encontrando tu tibia piel,
recuperando tu aliento que era mío,
sentí tu abrazo, cálido, único, eterno.
Vi la luna, siempre estuvo ahí.
Tu boca suspiró sobre la mìa
devolviéndome la vida.
Al verte, me vi...